En las vastas tierras del Norte argentino, donde la sabiduría popular se teje en cada relato, encontramos historias que nos arrancan una sonrisa y nos conectan con nuestras raíces. Hoy, desde la Guía Comercial Salta, queremos compartirles una de esas joyas del folclore: el divertido encuentro entre dos personajes muy queridos de nuestra fauna.
Había una vez que el quirquincho le dijo a su compadre, el zorro:
—¿Qué vamos a estar aburridos, compadre? ¡Salgamos a buscar miel!
Caminando, caminando, encontraron una bala: un panal en forma de bolita que estaba colgando de un árbol. La bajaron y comieron la miel hasta llenarse. Luego el quirquincho le dijo al zorro:
—Salgamos a buscar otra…
Y se separaron: uno por un lado y el otro por el otro.
Entonces el quirquincho subió a un árbol y le gritó a su compadre:
—¡Compadre, aquí hay una bala!
El zorro corrió muy contento hacia donde estaba el quirquincho. Durante un buen rato le gritaba y le gritaba, pero el quirquincho no le respondía. Cansado de llamar, el zorro decidió sacar él mismo la bala y empezó a tirar palos y piedras para arriba del árbol.
De repente sintió que caían gotitas desde arriba y gritó:
—¡Compadre quirquincho, acá hay una bala mieluda, están cayendo las gotas…!
Pero al rato sintió el sabor de las gotas: eran cada vez más saladitas y no le gustó nada. Después de un rato de tirar piedras y palos, se cansó y se fue.
Después de haber caminado un trecho, el quirquincho bajó del árbol, alcanzó al zorro en una cortada del camino y el zorro le dijo:
—Pero amigo, yo he encontrao una bala mieluda, pero no la he podido voltear; me cansé de esperarlo y me he ido…
El quirquincho empezó a reír a carcajadas, se revolcaba en el suelo y, entre risas, le confesó al zorro que no era una bala mieluda… que lo que caía del árbol no era miel, sino orina de quirquincho, y que el zorro la había probado.
Y así fue lo que sucedió aquel día entre el zorro y el quirquincho, uno de esos cuentos picarescos que forman parte del folclore del Norte. Historias como esta siguen viviendo gracias a espacios como la Guía Comercial Salta, que no solo conecta servicios y comercios, sino que también mantiene vivas las costumbres, relatos y tradiciones de nuestra tierra.